Pagina:Ferrero - Meditazioni sull'Italia, 1939.djvu/223

204 giudizio di victoria o. campo

«Amigos del Arte», pensando que un cambio de continente le sería saludable. Por desgracia las cosas no pudieroon arreglarse y fué en esta época cuando Leo recibió una beca de los Estados Unidos.

Después de la muerte de Leo en América, Gina Lombroso Ferrero me pidió que le enviara las cartas de su hijo. Lo hice inmediatamente. Pero acabo de hallar una, perdida entre otros papeles, que ella todavía no conoce. Es una carta de las más conmovedoras y cayó en mis manos poco antes de recibir «Espoirs», la novela que Leo no pudo concluir. Es esta:

«25 de agosto de 1932.

Le escribo la víspera de mi partida a América. Le agradezco de todo corazón la carta para F. En cuanto a las conferencias, por qué se hace mala sangre? Sé muy bien que estas cosas son difíciles de organizar y, en el fondo, no había llegado yo aun a la situación necesaria para aspirar a hacer este viaje. Con respecto a sus esfuerzos, bien sabe usted que tengo la mayor fe en su amistad. Le he remitido un ensayo sobre L., que ha expueto y expondrá en Paris. Pubblicaré este ensayo en «plaquette», con reproducciones. Si usted cree que es adecuado para «Sur», publíquelo; si no, hágame el favor de devolvérmelo sin escrúpulos.

He reflexionado mucho durante estos meses y he avanzado un paso más. Cómo quisiera verla para hablarle de todos los problemas que se les plantean a los hombres cuando se acercan a la treintena; entre otros el del «yo»!

Cuándo volveré a verla? Ya no veo, corno de. costumbre, una extensión infinita de tiempo ante mi, sino un no sé qué de truncado, y parto para América corno si tuviera la certidumbre de naufragar.»

Recuerdo ahora que al recibir esta carta me dije que el cielo se entenebrecía cada vez más para Leo pero que a esos grandes nubarrones acabaría por llevárselos el viento, y hasta creo habérselo escrito. Hoy me pregunto si no le obsesionaron, a partir de