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atto quarto | 269 |
Narticoforo.
Purpuream vomit ille animam sanguine mistam,
Vitaque cum gemitu fugit indignata sub umbras.
Ma questa mi pare una deterrima burla per lui.
Dante. Quereis que le haga morir con un resuello o con un esternudo.
Narticoforo. Dunque, si può interficere un uomo con queste cose?
Dante. Espera, que os lo quiero hacer ver, ahch, ahch.
Narticoforo. Apage, apage, non vo’ veder questa esperienza, io.
Dante. Non puedo yo obras obrar con mis manos con tanta lijereza que donde toquen no despedacen carnes y huesos de tal manera que se pueden hacer salchichas de ellas; pero matemosle con un espanto.
Narticoforo. Come con lo spavento?
Dante. Yo me paro el rostro en acto tanto fiero y espantable que non hay hombre que en viéndome no se hiele de cabeza á pies de temor, y que no le venga la cuartana.
Narticoforo. Dubito che la quartana non la facciate venire a me.
Dante. Cuando vuelvo mi cara, cerrad los ojos y no temais.
Narticoforo. Cosí farò.
Dante. Pues, ¿donde está este, que hemos de enviar á los reinos de Pluton? Á las armas, cuerpo de quien me parió, que es esto? Ya es hora de almorzar y no he matado una docena de hombrecillos; porque juro que en diez años no he estado tan ocioso como ahora.
Narticoforo. Qui abbiamo avute le risse e le altercazioni.
Dante. ¿Habeis hecho tañer las campanas á muerto?
Narticoforo. Non io.
Dante. Andad, que no es mi costumbre poner mano á la espada sino que primero la haga tañer. Ppu, ¡ya me viene el hedor de su cuerpo podrido!