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En estas circustancias hice yo mi viaje por Espaiia y aun en las mismas posadas desde Badajoz a la «Jonquera» a no pocos oi yo, con mis propios oidos, quejarse del sabroso pasto de que se habia privado al gusto y a la razon. Subian de punto los profundos ayes a vista del fruto que palpablemente habia hecho en el púlpito espanol la obra regocida en aquellos pocos meses que se le permitió andar a sus anchuras; y nadie dudaba, si se le huviesse dejado el comenzado curso y si no se prohibia la publicacion del segundo tomo, que no solo el tal púlpito quedara reformado, sino saliera en tanta perfecion, que quizá convirtiera en amiracion y en invidia la lástima y la burla que hacen del las naciones estranjeras. Ni borraráse tan presto de mi memoria el curioso ditamen de un mesonero aragonés, en cuya casa pare una tarde con mis mulas, el cual me dijo, y no sin su dosis decelera, las precisas palabras: «Essos frailes, que Dios desfraile, nos quitaron un libro que debiera de ser descomulgado cada espariol que rehusara leerlo cada mes una vez».

Ahora bien, mi sefior letor, que Dios haga tan santo comò san Bonifacio: si Usted tiene la mas minima noticia de mi insaciable glotoneria en punto de buenos libros, a vista especialmente de los tantos malos que nos apestan, le bastará a Vuestra Merced y aun le sobrará la mitad de lo dicho, para inferir por si mismo la rabiosa hambre que roóme las entraiías, para darme una buena panzada de uno tan declamado. Mi empieo en la real Academia britanica me supone por lo menos en una decente possession de las principales lenguas vivas de nuestra Europa. De mis progressos ó de mi falta dellos en la nativa, ya dieron algunas pruebas los escritos en prosa y en verso que he echado a rodar por este mundo. La francesa hela usado a pasto en vários paises, pues su centralidad en nuestro continente y los inumerables buenos libros escritos en ella, la han calificado de lengua universal y necessaria a todo hombre de bien. La inglesa, gracias á Dios, la manejo poco mas poco menos corno la que me enseiíó mi sehora madre; y de la espanda sali de mi mocedad con mas que mediano conocimiento, adelantéme mucho en ella yendo dias y viniendo dias,