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cortesanos, togados, clérigos, frailes y aun monjas. Hasta en los mesones y en las ventas en lugar de café qua por alla no se estila mucho, servianse de frecuente sobremesa algunos sorbos del frailico; y sepa Usted, si quiere saber mas, que en Madrid ci a personajes de alto bordo corno el rey don Fernando y la reina dona Barbara divertianse a ratos en su letura, pues, quando voi via el rey de la caza, la buena de su consorte no faltaba en recitarle los passos que le salian mas graciosos: y dicho es con solo esso, a los que saben el refran de «Alla van leyes», el aplauso que lograria en todo el pais el tal escrito. Y atiada Usted que a la sazon tuvo tanbien á la misma inquisicion de su parte, comenzando por su mismissima cabeza o presidente, que assi le llaman; a cuyas respetadissimas voces hacian eco las de los prelados de la peninsula, que si son pocos, enganado voy a tiros largos.
Solo una classe de gente torcia el hocico y bacia esgfuinces á la aprobacion universal. Estos eran aquellos predicadores, singularmente los encapuchados, que tan al vivo se veian retratados en fray Gerundio: partido no poco numeroso, ni poco terrible; y mas engrossándose con la turbamulta de aquellos oyentes acéfalos, como/yo los intitúlo, que tanto solian celebrarlos y que se consideraban ridiculizados por reverberacion en la ridiculez de los otros. Este partido todavia contentóse de ladrar por lo bajo mientras vivió don Fernando; y durante su reinado, favorable a la tal Historia, no hizo sino echar a volar centra ella unos poco folleticos anónimos, que corno los hongos nacian por la manana y marchitábanse por la tarde.
Nuevos tiempos, nuevas costumbres. Dio una vuelta el globo celeste, pareció don Carlos y mudáronse de aspeto los astros y los planetas. Como hizo el tal partido para persuadir a los ministros del nuevo rey que era sátira contra las religiones la que no era sino chufleta de predicadores achacosos, muérame yo luego si lo sé, que las trampas y las alzaprimas frailescas no puede averiguarlas quien no sabe siete puntos mas que patillas. Solo sé, que por mèdio de una proclama inopinada el libro fué recogido a lo possible, y despareció. Hétela dicho en un tris.