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30 | l’amor costante |
de micer Valerio, cada dia, me embia cartas y embaxadas, que sta perdida por mi; y, por amor vuestro, no la predo. Y os quiero dezir que ay mas de estas gentiles damas de Pisa que me ruegan; mas yo no quero a otra dama que la mi señora Anioletta.
Agnoletta. Parvi che si vantino? In buona fé, che me ne pareva esser certa.
Capitano. Que dezis?
Agnoletta. Dico ch’io lo so di certo.
Capitano. Ay señora Anioletta! No lo creeis. No teneis conoscido que no amo otra persona que vos?
Agnoletta. Orsú! Non bisogna piú parole. Io mi rallegro d’ogni vostro bene. Me ne voglio andare.
Capitano. Dch! Pese al cielo, descreo de tal, si no hago alguna locura. Que burlas son estas? que trampas quereis hazer?
Agnoletta. Non vo’ però che si scorucci affatto. Ehi, el mio signor Francisco! Non v’adirate, ch’io mi so’ burlata. Non sapete che voi séte el mio amor dolcino?
Capitano. Señora, no me hagais mas de estas burlas, que poco ha faltado que no soi muerto de dolor a qui en vuestra presencia y aun me hallo todo sturbado.
Agnoletta. Perdonatemi, ch’io non credevo tant’oltre.
Capitano. Que es lo que me dezeis? Ha de perdonar el siervo sciavo a sua señora? y a su Dios tambien? No me dezis perdon, que no lo puedo soffrir.
Agnoletta. Oh, il mio signor Francisco! quanto ben vi voglio!
Capitano. Dezime, señora: de quien son estas tetinas y de las otras cosas que teneis mas de bascio?
Agnoletta. Ogni cosa è vostra, signor Francisco.
Capitano. Muchas mercedes, que ni yo quiero ser de otra persona que de vos; y os doy mi fé que, despues que soy venido de Spaila, non he quesido bien a otra que a vos; y os certifico que tenia en Spana una dozena siempre de gentiles damas a mi plazer y voluntad.
Agnoletta. Uh! son fastidiosi!